Cerrando los ojos observamos serenos a través de las ventanas abiertas,
con los ojos cerrados miramos con las
puertas de par en par, disfrutamos de nuestras vistas cuando nuestros párpados
caen... y sentimos la naturaleza fluir... escuchar sus sonidos, olfatear sus
olores, sentir su tacto, probar sus sabores... Con nuestros ojos cerrados
veremos interiorizando nuestros
sentidos, y al abrirlos seguimos visionando nuestro ser, y seguimos viviendo el
momento.
El tiempo siempre es un aliado de
nuestras vivencias... Un segundo es suficiente para sentir. Gracias a un
instante se es feliz mucho más tiempo del necesario para encender esa mecha de
las bonanzas... y a veces un mínimo detalle te hace feliz para siempre. Vivir y
revivir instantes, debo buscarlos, quiero alimentarlos y disfruto compartiéndolos.
Al aparecer la noche vemos las estrellas..., al anochecer nos ilumina la luna,
una luna llena o una luna nueva... Ella siempre está amparando al que la
necesita, nunca defrauda, siempre onírica, siempre Luna, siempre luz. La luna y
nuestras estrellas nos acompañan en la oscuridad...
Si lo más bonito que hay en esta vida que es el amor debe ser ciego para
ser amor, vivamos con los ojos cerrados, cerremos los ojos para vivir, y al
abrirlos la experiencia de disfrutar de lo que sentimos no podremos explicarlo
hablando porque solo una mirada podrá transmitir mucho más que un millón de
palabras... Cerremos los ojos y mirémonos unos a otros, después de sentirnos
individuos...e indivisibles. Digamos con miradas lo que la luna ya sabe... y
cerremos los ojos para amar... Cierro mis ojos y al cerrarlos llega ese
momento, llega ese segundo, vivo ese
instante, esa sensación que recorre mi alma para instalarse en el corazón y
hacer vibrar mi cuerpo. Esa sensación que busco para encontrar la felicidad.
Cerremos los ojos bien abiertos para entornar una mirada que transmita
serenidad, que evite un millón de
palabras y eternice un sentimiento...